Región Norte

Hospicio San Vicente de Paúl celebra su primer centenario

Escrito por Santiagoesnoticia

SANTIAGO,RD,-La ciudad de Santiago conmemora este sábado el primer centenario de la Fundación del Asilo de Ancianas San Vicente de Paúl, conocido en la actualidad como el Hospicio San Vicente de Paúl.

La instalación y bendición del centro geriátrico se produjo el sábado, 8 de julio de 1923, unas dos semanas después de que el 23 de junio, el periódico «La Información» le hiciera un llamado a la sociedad santiaguera para cooperar para completar su ropero y mobiliario.

El primer donativo lo hizo la señora Idalia González Nouel, esposa de Enrique J. Espaillat Julia, luego que el farmacéutico Emiliano Bergés rescató de las calles de la ciudad de Santiago a tres ancianas desamparadas, pobres de solemnidad, sin protección ni albergue.

Según Edwin Espinal Hernández, un destacado abogado e historiador de Santiago, el origen del Hospicio San Vicente de Paúl se remonta al 2 de mayo de 1923, cuando Bergés obtuvo permiso de la sociedad «La Caridad» para albergar a las ancianas rescatadas de la calle.

Estas fueron a vivir en el edificio ocupado antiguamente por el Hospital San Rafael, construido en la Calle 30 de Marzo, próximo a la estación del Ferrocarril Central Dominicano, sin tener que pagar alquiler.

Espinal Hernández narra que, al día siguiente y con el objeto de dar una mayor dimensión a su obra, surgió la idea de crear un hospicio para los pobres. Acto seguido, se constituyó una «Junta de Beneficencia», integrada por un grupo de damas de la alta sociedad santiaguera.

Una especie de patronato encabezado por doña Amelia Julia viuda Espaillat como presidenta; Rosa Batlle de Tavares, vicepresidenta y Aida Franco de Julia, secretaria.

Como vocales figuran María Grieser de Tavares, Herminia Bordas de Bergés, Felicia Espaillat de Tavares, Mayún de Saleta, Claudina Moya de Grieser, Regina Silverio, Adela Stefani, Adela Franco y Virginia Julia.

Don Emiliano Bergés, en calidad de director tesorero, Ulises Franco Bidó y R. César Tolentino, acompañaron a las damas en la directiva del Hospicio San Vicente de Paul.

Es a pedido de la Sociedad San Vicente de Paúl, encabezada por la educadora montecristeña Rosa Smester y de la «Junta de Beneficencia», que la sociedad «La Caridad» cede el edificio del hospital para su establecimiento del hospicio.

La «Rama San Vicente de Paúl», presidida por la profesora Smester, había sido creada el 15 de junio de 1923, dando curso a la fundación del que originalmente se denominaría «Asilo de Ancianas San Vicente de Paúl» y cuya administración estaría a cargo del licenciado Bergés.

Más adelante, el Oficial del Distrito Sanitario de Santiago, Lic. Guarionex Llinás, también socio de la sociedad La Caridad, dirigió la pintura y limpieza del local y la pavimentación de sus pisos, el cual quedó habilitado para recibir hasta 30 asilados, 20 mujeres y 10 hombres.

Según el historiador, a instancias de Llinás, coincidencialmente, el ayuntamiento de la entonces común de Santiago, votó el 22 de mayo anterior un Reglamento sobre Mendicidad Municipal.

La resolución prohibía la mendicidad e imponía la reclusión de los que fuesen declarados mendigos en una casa-asilo, en cuyo sostenimiento participó la Sociedad San Vicente de Paúl, y que en la práctica no fue sino el Hospicio San Vicente de Paúl.

La institución se mantuvo con aporte de la comunidad, inicialmente, producto de las colectas que se realizaban semanalmente en el sector comercial y entre personas de reconocido espíritu caritativo.

Cada sábado, el hospicio repartía estos recursos entre los limosneros que no habían ingresado a su establecimiento y que eran identificados por un certificado de asistencia, entre .25 y .40 centavos y hasta un peso.

Era una suma que se entregaba después de una investigación realizada por una comisión compuesta por un miembro de la Oficina de Sanidad, uno de la Comisaría Municipal y tres socios de la sociedad San Vicente de Paúl.

Las contribuciones se hacían siguiendo el mandato del reglamento municipal, que preveía una limosna a los desvalidos recluidos en casas particulares. Además del aporte económico, se regalaban botellas de leche, y ocasionalmente, ataúdes para los que fallecían en los barrios de la ciudad.

Según Espinal Hernández, ese servicio estaba a cargo del Inspector de Sanidad Froilán Tavárez, quien era acompañado, entre otras, por las señoras Adriana Lora Vda. Mencía y Encarnación de Virella.

El resto de los fondos recaudados servía cubrir para la manutención de los asilados, gastos de lavado, planchado, cocina, alumbrado y pago del personal, compuesto por un mayordomo, un auxiliar y una cocinera.

Aquellos que decidían ingresar a la institución debían elevar una petición a la presidenta de la sociedad por sí mismo o por intermedio de un representante; un inspector verificaba si el solicitante no tenía recursos ni deudos para asistirlo y un médico certificaba que no padecía de enfermedad alguna.

Pese a la reducción de la mendicidad lograda en un primer momento, algunos pordioseros que recibían ayudas en el hospicio iban a las calles a pedir, lo mismo que haitianos y limosneros que llegaban desde otras ciudades.

En 1924, el gobierno le asignó por primera vez una subvención mensual y en 1926, el ayuntamiento de Santiago donó a la Rama San Vicente de Paúl un terreno en el barrio de Villa Belén, conocido popularmente como El Maco, para la construcción de un edificio propio.

Este espacio originalmente estaba proyectado para levantar el denominado «Jardín Escolar» -que nunca fue construido-, en la parte norte de la ciudad de Santiago.

Con un diseño de la Dirección General de Obras Públicas, su construcción se inició en ese mismo año de 1926, bajo la dirección del maestro de obras Federico Villamil, quien construyó sus tres pabellones interiores. El Ing. Nicolás Cortina lo concluyó en 1929.

El edificio que alberga el Hospicio San Vicente de Paul fue inaugurado y bendecido el domingo, 5 de enero de 1930, con la asistencia de Monseñor Adolfo Alejandro Nouel, arzobispo de Santo Domingo, durante la presidencia de la señora Regina Silverio.

La obra tuvo un costo de RD$20 mil pesos y sus dimensiones fueron 138 pies de largo por 47 de ancho; el techo, como ahora, estaba cubierto de zinc y sus pisos y galerías estaban solados de mosaicos.

Su estructura tenía el cuerpo central, en un extremo la capilla y las habitaciones de las Hermanas Mercedarias de la Caridad, que quedaron a cargo de los ancianos residentes -sor Josefina Lara, sor Ángeles Joven, sor Balbina Lerga y sor Ángela Santisteban, superiora.

En el otro extremo, disponía de los salones para administración y área de enfermería. En dos de los pabellones se distribuían, separadamente, dormitorios de hombres y mujeres, y en el tercero se hallaban el comedor, la cocina y el lavadero.

Con el paso de los años, a la estructura original se le fueron añadiendo nuevos elementos. En 1942, el Ayuntamiento de Santiago dispuso de la construcción de una plaza entre el hospicio y el Hospital San Rafael en las manzanas municipales 117, 118 y 119.

Ésta está ubicada entre las calles Sabana Larga, al este; Cuba, al oeste; Pedro Francisco Bonó, al sur, y la línea férrea por el norte, inaugurada en 1959 con el nombre de parque Angelita y que es el hoy parque Ercilia Pepín.

Mientras que en 1945 se comenzó la construcción de un cuarto pabellón, y en 1962 se concluyeron las verjas laterales que delimitan su solar; la frontal fue donada por el señor Agustín Pimentel.

En 1970, se construyó una cisterna, que fue accionada por una bomba eléctrica donada por el Club Rotario de Santiago, y en 1980, bajo la presidencia de Betty García viuda Román, se inició la construcción de la primera etapa de un proyectado centro geriátrico anexo al mismo, a un costo de RD$300,000.00 pesos.

Este centro, concluido en 1982, se compone de tres pabellones: uno para el dormitorio de las religiosas, otro para comedor, sala y área de manualidades, y un tercero para área de planchado, lavadero y oficinas. Los fondos para su erección fueron aportados por la iglesia Misserera, de Alemania.

Las integrantes de la Sociedad San Vicente de Paúl impulsaron estas obras al amparo de su personería jurídica, reconocida por decreto No. 562, del 15 de diciembre de 1942; con el paso del tiempo, alcanzaron nuevos logros.

En 1989, gracias a donaciones de las fundaciones británica y estadounidense «Help the Aged» y «Public Welfare», fue instalada una lavandería automática para el servicio público, dotada de doce lavadoras y cinco secadoras.

Los equipos de lavandería fueron gestionados por la entonces embajadora alterna de la República Dominicana ante la Organización de las Naciones Unidas (ONU), Julia Tavares de Álvarez.

Hace 20 años, en el 2003, fue inaugurado el Centro de Terapia Física y Ocupacional San Vicente de Paúl, el cual está orientado a restablecer la movilidad, minimizar el dolor y acelerar la recuperación después de cirugías, fracturas o enfermedad permitiendo al paciente reintegrarse a sus labores cotidianas.

En 2012 abrió sus puertas el Centro Residencial «Edad Dorada» con el objetivo de brindar servicio a adultos mayores; donado por el ayuntamiento del municipio de Santiago y equipado gracias a las gestiones de la embajada de Japón en República Dominicana.

Ese mismo año también fue inaugurado un consultorio dental, equipado por el Ministerio de Salud Pública, y concebido para evaluar de manera periódica las condiciones bucodentales de sus adultos mayores residentes.

Como parte de su acercamiento a la comunidad enmarcadas dentro de su programa de responsabilidad social, la Cooperativa Médica de Santiago (COOPMEDICA), frecuentemente visita el Hospicio San Vicente de Paul para llevar importantes donativos de alimentos, material sanitario e insumos  de limpieza al centenario asilo de ancianos de envejecientes.

Las entregas se realizan a través de la Fundación Futuro Solidario (FUTUSOL), apéndice social de COOPMEDICA, la ingeniera Coshettis García, Gerente de la Sucursal Sabana Larga tiene a su cargo esta labor a nombre de la institución cooperativista.

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