Esta tensión se ha traducido en violentas protestas para reclamar la dimisión del presidente haitiano, Jovenel Moise.
En las protestas, que han dejado al menos nueve muertos, los manifestantes también han exigido justicia por las supuestas irregularidades con los fondos de Petrocaribe, el programa mediante el cual Venezuela suministra petróleo a Haití a precios blandos.
Entre las medidas anunciadas por Céant figuran la reducción de los precios de los alimentos, la discusión de un aumento del salario mínimo y la reducción de los gastos de la administración pública, aunque advirtió de que “sólo van a ser útiles si discutimos juntos”.
En su discurso, y tras reconocer que la corrupción es uno de los mayores problemas que enfrenta el país, el primer ministro prometió que se determinará el destino de los fondos de Petrocaribe y se ampliará la investigación sobre este caso.
“Necesitamos dar ejemplo con las personas que robaron el dinero de Petrocaribe”, subrayó.
Una auditoría presentada a comienzos de febrero por el Tribunal de Cuentas reveló irregularidades entre 2008 y 2016 en este programa y señaló a quince exministros y actuales funcionarios como involucrados en el asunto, así como a una empresa que dirigía Moise antes de llegar a la presidencia.
Por otro lado, Céant anunció iniciativas para luchar contra el contrabando en la frontera con la República Dominicana, país con el que Haití comparte la isla caribeña La Española, y que se eliminarán los monopolios para proteger la producción nacional.
Asimismo, reconoció que durante las protestas la población ha sufrido, ya que no ha podido abastecerse de comida o combustibles ni transitar por las carreteras, que han estado bloqueadas, una situación que podría conducir a una crisis humanitaria, dijo.
También lamentó que muchas personas hayan perdido sus negocios, muchos de los cuales fueron saqueados.
La comparecencia de Céant se produce dos días después de un mensaje de Moise, quien volvió a insistir sobre la necesidad de diálogo, lo que es rechazado por los promotores de las protestas, agrupados en el Sector Democrático y Popular.
Después de nueve días de disturbios, este sábado el país vivió una relativa calma y, a diferencia de los días anteriores, en los que estuvo prácticamente paralizado, en la capital se observó mayor movimiento de personas y comercios abiertos, entre ellos tiendas de comida y estaciones de combustibles, que mantenían sus puertas cerradas por temor a saqueos.