LA PAZ. Bolivia y Estados Unidos permanecen políticamente distantes al cumplirse hoy diez años de la expulsión del embajador estadounidense en La Paz, pese a que económicamente el país norteamericano es uno de los principales destinos de las exportaciones bolivianas.
Hace exactamente una década el presidente boliviano, Evo Morales, tomó la determinación de declarar “persona no grata” al entonces embajador de EE.UU. en Bolivia, Philip Golberg, al que acusó de conspirar contra su Gobierno, además de apoyar y financiar a sus opositores.
El Gobierno estadounidense de George W. Bush respondió expulsando al embajador boliviano en Washington, Gustavo Guzmán, y retirando a Bolivia del plan de beneficios arancelarios Atpdea para sus exportaciones.
El suceso derivó en más decisiones de ruptura de parte del Gobierno boliviano, como las expulsiones de la Administración para el Control de Drogas estadounidense (DEA, en inglés), en noviembre de ese año, y de la Agencia de Estados Unidos para el Desarrollo Internacional (Usaid, en inglés), en mayo de 2013.
Evo Morales escribió este lunes en Twitter que Goldberg fue expulsado “porque vivíamos una escalada de violencia y un afán separatista de la oligarquía, articulados por el imperio”.
“Con la unidad del pueblo, ahora somos un país soberano y estamos mejor económicamente”, defendió en la red social.
El experto en temas internacionales y exministro de Autonomías de Bolivia Hugo Siles indicó a Efe que la declaratoria de persona no grata del 10 de septiembre de 2008 y la posterior expulsión del embajador estadounidense fue “la primera y única de la historia de Bolivia” desde el inicio de relaciones entre ambos países en el siglo XIX