Por Roberto Pérez
SANTIAGO,RD,– El Mayor General licenciado Edward Ramón Sánchez González, actual Director General de la Policía Nacional, nació en el paraje Los Limones, sección Santa Ana del Municipio de Villa Tapia de la provincia de Salcedo.
Ingreso a la institución como cadete en el año 1992, graduándose con honores con el rango de 2do.Tte., de la Policía Nacional.
Además de ser licenciado en Ciencias Policiales, es licenciado en Derecho, realizando varias maestrías en seguridad fuera del país y en el nuestro también.
Desde que ingresó a las filas de la P.N., ha sido un ejemplo a seguir por su trayectoria de trabajos, desempeñando diferentes funciones en su vida policial, en especial en área de investigaciones criminales.
Ha sido comandante departamentos en diferentes pueblos, fue Director de la Policía Judicial, Director Central de Antinarcóticos donde realizó una brillante labor, Director de San Pedro de Macoris, Director de la Academia General Retirado Belisario Peguero Hermida, Director de Educación realizando una labor nunca vista en esa área, por lo que fue reconocido en varias ocasiones por el jefe de la policía de turno, por el trabajo encomiable que realizó.
Nunca ha sido objeto de ningún cuestionamiento, pero además nunca ha sido sancionado por haber cometido falta alguna en 29 años que lleva como servidor público, lo que significa que, de este humilde hombre podamos hablar de honestidad, seriedad, lealtad con sus superiores, pero sobre todo de vocación de servicio .
Las olas de decretitos que han desatado en su contra por las redes sociales y medios de comunicaciones, se debe a lo que todo el mundo sabe, que es la envidia y a la vez a intereses personales tanto dentro de la institución como fuera de la misma, porque el director de la policía de turno no tiene nada que ver con una mala actuación o exceso de un miembro de la misma.
Cada vez que ocurren hechos de esa naturaleza como el que ocurrió en Villa Altagracia, los jefes de policía de turno toman las medidas pertinentes junto al ministerio público y los organismos de control de Estado, no solamente en ese hecho tan deshonroso, si no en cualquier hecho que riña con la ley y que alteren el orden público